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lunes, 18 de mayo de 2009


Se parece a Melitón Carreño, lavacoches de algún lugar del país, hace como tres meses que él y su primo César renunciaron al lavado de autos donde trabajaban en donde habían laborado dos años. Ambos juntaron suficiente dinero para rentar un terreno enrejado, hacerle una cisterna, montar un tinaco y comprar hidrolavadoras Kärcher y demás objetos del oficio. Su negocio es anunciado por una lona que dice "el pato lucas" y tiene dibujos de Taz y Bugs bunny.

Como decía, los primeros meses no fueron precisamente de bonanza, unos de sus clientes iniciales fueron varios chafiretes de transporte urbano con los que tenían una suerte de convenio a cambio de reducir sus precios. O sea, venían cobrandoles por lavar y aspirar una unidad poco menos de lo que piden por un coche chico, digase, un golf o un jetta.

Por si fuera poco, los checadores de la ruta J-17 demandaron todavía un precio menor al convenido. Melitón y su primo se rehusaron a renovar las nuevas condiciones de su pacto mercantíl. Es por lo anterior que todo octubre fue un mes austero para los dos, solo sacando lo del día.

Fue hasta principios de noviembre que llegó un hombre, aparentemente exitoso: saco cortado por sastre, corbata, nextel, zapatos italianos pero llegó sin pantalones ni ropa interior, negoció con los dos lavacoches que les daba 5000 pesos por lavar las vestiduras de excremento y por su discreción. Mientras lavaba, el misterioso hombre se bañó con la manguera y mandó a César a comprar un pantalón de mezclilla y que tirase el sucio que traía puesto.

Despues de una hora, el hombre pagó la cantidad prometida y además premió a cada uno con una propina de 500 pesos. Con el nuevo dinero se fueron a festejar, como se vé en la imágen, pero lo restante lo piensan invertir en botas de hule, cubetas nuevas de aluminio, otra Kärcher, otra aspiradora con más caballaje etc.

Hoy Melitón se encuentra muy satisfecho ya que cada fin de semana llegan a su lavado ostentosos vehículos cuyos dueños no reparan en los gastos de su limpieza, pese a que ellos demandan mucho menos. Los dos primos han atribuido su éxito a la calidad, desempeño y discreción.